Ahí, Hay y Ay caminaban por el campo buscando un tesoro escondido.
Ahí se la pasaba señalando hacia dónde ir: era el guía oficial del grupo.
Hay, el tranquilo y constante proveedor de existencia, observaba cada cosa que se encontraban en el camino.
Y luego estaba Ay, el dramático, tropezándose con piedras imaginarias y lamentándose con un suspiro exagerado.
¿Cómo diferenciarlos? Fácil: Ahí es donde señalas con entusiasmo (“¡Ahí está el tesoro!”). Hay indica simplemente la existencia de algo (“Hay un tesoro que debemos encontrar”). Y Ay es lo que dices cuando te tropiezas con el tesoro y te duele el pie (“¡Ay! ¡Eso duele!”). Si recuerdas esta simple historia, la próxima vez que te encuentres con Ahí, Hay y Ay, ¡sabrás exactamente qué hacer!
